lunes, 6 de septiembre de 2010

hubo un tiempo

Hubo un tiempo en que yo era pequeño y soñaba con ser mayor. Luego hubo otro tiempo en que era mayor y quería ser niño.
Ahora hay un tiempo en que se mezclan las cosas y no sé lo que quiero. Tanta pereza por todo, tantas brújulas que no funcionan. Un alto en el camino, un miedo a seguir arrastrando cargas.
Una excusa dentro de otra excusa, caricaturas de mí, suplicando piedad.
Todos los dedos me apuntan a mí, todas las culpas se refugian en mí, todas mis aguas están envenenadas, todos mis edenes parecen extintos, todas mis tierras son estériles.
Pero siempre hay una luz, aunque sea espejismo de oasis. Aunque parece que esa luz siempre esté detrás de un cristal que no puedo romper; sólo conformarme con la contemplación desde detrás.
Y lo paradójico es saber que yo construí, uno a uno, los barrotes de mi prisión. El carcelero tiene mi cara y se llama igual que yo. Como un loco que no quiere salir del manicomio porque cree que los locos están fuera...
Algo no va bien cuando tengo la sensación de mendigar lo que es mío, de suplicar por cosas que ya tengo. Recuerda: la pregunta no es qué me puede ofrecer la vida sino qué puedo ofrecer yo a la vida. Por qué me cuesta tanto dar? Por miedo a mostrarme? Por creer que me juzgarán más de lo que yo me juzgo?
Prefiero que la partida avance, aunque sea en mi contra, que estas tablas eternas.
Quien juega puede ganar, quien no juega ya ha perdido.

1 comentario:

  1. Es la primera vez que entro así que espero que no te molesta que comente. Suelen decir que las esperanzas es lo último que se pierde y esa luz refleja lo cierto que es. Es peor no mostrarse o fingir ser alguien que uno no es porque cuando uno muestra su verdadera alma es cuando las personas te empiezan a querer verdaderamente y ahí empieza a ser la felicidad completa y absoluta. Un saludo.

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