domingo, 28 de febrero de 2010

si no soy yo mismo, ¿quién soy?

Un título un poco así.
La verdad es que no escribo muy de contínuo. Tampoco quiero escribir por escribir.
Lo que está claro es que si no me pongo, no voy a escribir nada.
Estas últimas semanas tienen una extraña monotonía. Ni buenas ni malas, un poco plano todo. Parece una estabilidad un poco sosa. Tampoco es lo que yo quiero, aunque siempre tenga en mente lo de no haber sobresaltos.
La tierra ha vuelto a temblar en Chile. Algunos de allí hablaban de lo más parecido al fin del mundo cuando los temblores. A mí todo ésto me está recordando a las profecías del 2012 y todo lo de alrededor. El reajuste del planeta, la actividad solar, la alineación con el centro de la galaxia...
Estamos en una época tremendamente interesante, pero tambien bastante cruel en demasiados aspectos.
Los reajustes de la Tierra, la superpoblación, la caída del capitalismo, las encrucijadas culturales, religiosas, sociales, etc. Un cóctel tremendo ante nuestros ojos.
Alguien decía que en realidad de lo que se trata es de un nuevo paradigma de la humanidad. Más que de la lucha entre el bien y el mal, occidente contra oriente, sur contra norte.
Hace ya un tiempo que veo que es así, que este mundo, esta forma de ver el mundo, está ya caduca. Pero aún no queremos verlo. Tendrán que pasar cosas todavía para darnos cuenta de ello.
El apocalipsis es ahora y no queremos verlo. Todo ésto va del mundo y de mí tambien. Si quieres cambiar el mundo tienes que cambiar tú.
Todo tiene que ver con todo. Sólo vemos unas piezas del rompecabezas. Tambien proyectamos nuestro interior hacia afuera. La batalla que hay fuera es la que está en nuestro interior. Nos cuesta asumir nuestra responsabilidad. Las fuerzas oscuras tienen el papel de hacernos evolucionar por narices.
Lo que tengo claro es que no estamos completos, que nos hemos desconectado de alguna manera de nuestra esencia y no podemos reconectarnos tan facilmente. A fin de cuentas, desde pequeños ya nos están programando para ser lo que somos. No cuestionar, solo seguir el adroctinamiento general.